
Prensa ABAE. — El 9 de octubre de 2017, Venezuela colocó en órbita el satélite Sucre (VRSS-2), su segundo satélite de observación de la Tierra y tercero de la constelación nacional. El lanzamiento se realizó mediante el cohete de Larga Marcha 2D desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Jiuquan, en la República Popular China, consolidando la soberanía tecnológica y el desarrollo estratégico del país.
Ocho años después, el VRSS-2 continúa operando en condiciones óptimas, superando ampliamente su vida útil estimada de cinco años. Este logro demuestra la solidez de la tecnología espacial venezolana y el compromiso del talento nacional con la ciencia aplicada.
Tecnología al servicio del desarrollo nacional
El satélite Sucre se destaca por su cámara pancromática de alta resolución, capaz de captar imágenes con un spot de un metro, lo que representa un salto significativo respecto a su predecesor, el satélite Miranda. Esta mejora tecnológica permite estudios detallados de la superficie terrestre, fundamentales para la planificación territorial, el diagnóstico de suelos, la gestión de recursos naturales y la vigilancia de daños ambientales y viales.
Además, el VRSS-2 incorpora capacidades infrarrojas que amplían el rango de captura de imágenes más allá del espectro visible, permitiendo operaciones en condiciones de baja luminosidad. «Con una mejor resolución, las imágenes pueden aprovecharse con mayor precisión para la delimitación de objetos de interés. La disposición de una cámara infrarroja ofrece una variedad de alternativas para la toma de imágenes fuera del rango de las que se obtienen con las cámaras normales de sensores que solo pueden operar en las horas tempranas del día», explicó Gerson Contreras, operador satelital del Subsistema de Seguimiento y Recepción de Datos Crudos (TDRS) de la Unidad de Segmento Terreno.
Cooperación internacional y transferencia tecnológica
El proyecto Sucre representó un avance cualitativo en la participación venezolana en todas las fases del desarrollo satelital: concepto, diseño, construcción y operación. A diferencia de proyectos anteriores, el personal de la ABAE trabajó codo a codo con especialistas chinos en la toma de decisiones técnicas sobre componentes y sistemas de la plataforma espacial, así como en la actualización de la Estación Terrena de Control Satelital (ETCS Baemari), ubicada en la Base Aeroespacial Capitán Manuel Ríos, estado Guárico.
«Para este proyecto se asignó al menos a un integrante de la delegación venezolana para que hiciera equipo con el personal chino en cada subsistema del diseño y elaboración de la nueva plataforma. La visión fue que Venezuela estuviera en capacidad de diseñar sus propias plataformas y, de esta manera, avanzar en la soberanía tecnológica necesaria», destacó Contreras.
Este modelo de transferencia de conocimiento ha permitido formar una base científica y tecnológica nacional sólida. César Eduardo Vásquez, ingeniero en electrónica de la Unidad de Desarrollo de Productos y Procesos de la Dirección de Investigación e Innovación, señaló que «en el caso del satélite Sucre, la participación fue primordial, ya que sentó la base necesaria para apalancar el crecimiento tecnológico en el área espacial dentro del territorio nacional, multiplicando el conocimiento en las áreas de interés con las personas apropiadas para lograr un rápido avance en el desarrollo de nuevas tecnologías».
Respuesta ante emergencias y cooperación global
El VRSS-2 ha demostrado su valor estratégico en situaciones críticas, proporcionando imágenes de alta resolución para la evaluación de desastres naturales. En 2022, el satélite capturó datos fundamentales durante el deslave ocurrido en Las Tejerías, estado Aragua, facilitando labores de rescate y planificación de respuesta. Asimismo, durante la emergencia causada por el huracán Beryl en Cumanacoa, estado Sucre, las imágenes satelitales permitieron dimensionar el alcance de los daños en tiempo real.
Venezuela participa activamente en la Carta Internacional Espacio y Grandes Desastres (CHARTER), mecanismo de cooperación internacional que coordina el uso de satélites de observación terrestre para apoyar la respuesta ante catástrofes en cualquier parte del mundo. «Esto marca un hito en la cooperación internacional en el área espacial al permitir imágenes rápidas del área afectada, además de mejorar la cobertura y tiempo de respuesta ante los desastres», afirmó Vásquez.
Venezuela como referente regional
Desde la ETCS Baemari, profesionales altamente calificados operan el VRSS-2, generando datos de gran valor estratégico que posicionan a Venezuela como líder regional en tecnología espacial e innovación. El satélite Sucre ha sido fundamental para la investigación científica en áreas como geología, hidrología y monitoreo ambiental, proporcionando información precisa para proyectos académicos y de desarrollo sostenible.
A ocho años de su puesta en órbita, el satélite Sucre continúa siendo una herramienta clave para la soberanía tecnológica venezolana y un símbolo del compromiso del país con la ciencia, la cooperación internacional y el uso pacífico del espacio ultraterrestre.