
Prensa ABAE. — Cada 1.º de agosto se conmemora el Día de la Pachamama, una fecha ancestral celebrada por los pueblos andinos de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú, quienes rinden homenaje a la Madre Tierra en agradecimiento por el clima favorable, la fertilidad de los suelos, la abundancia y la vida misma.
La palabra Pachamama, de origen quechua, combina los términos «Pacha» (mundo, tiempo, universo y espacio) y «Mama» (madre). Esta cosmovisión prehispánica, transmitida de generación en generación, concibe a la Tierra como un ser vivo que protege a las personas y les provee de sustento. En este contexto simbólico y cultural, la Agencia Bolivariana para Actividades Espaciales (ABAE), adscrita al Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (MINCYT), reafirma su compromiso con la defensa de los ecosistemas mediante el uso soberano de la tecnología satelital.
Satélites al servicio de la Madre Tierra
Hoy más que nunca, la observación de la Tierra desde el espacio es una herramienta clave para enfrentar los desafíos ambientales. La ABAE aplica el conocimiento científico y tecnológico para transformar datos satelitales en información útil para la toma de decisiones en beneficio del país.
«Durante el monitoreo de la deforestación los satélites detectan cambios en la cubierta forestal a una escala y frecuencia imposibles para la observación terrestre. Cuando se identifica una deforestación ilegal, estos datos se traducen en decisiones concretas para desplegar equipos de guardaparques, imponer sanciones o implementar programas de reforestación», explicó el teniente coronel Manuel Aguiar, investigador de la Unidad de Observación de la Tierra de la ABAE.
La información satelital permite pasar de la reacción a la planificación proactiva. «Esto facilita la intervención dirigida, optimizando recursos y maximizando el impacto positivo en la protección ambiental y la sostenibilidad», señaló Aguiar. En gestión hídrica, por ejemplo, los satélites miden la humedad del suelo, los niveles de embalses o la extensión de las capas de nieve, proporcionando a las autoridades una visión en tiempo real de los recursos hídricos. «Esto permite decisiones prácticas como ajustar los calendarios de riego para agricultores, imponer restricciones de uso de agua en periodos de sequía inminente o planificar la infraestructura para una distribución más eficiente», indicó.
En la agricultura de precisión, los agricultores emplean imágenes satelitales para monitorear la salud de los cultivos y focalizar las intervenciones. «Esta acción se traduce en aplicar fertilizantes o pesticidas solo donde y cuando es necesario, reduciendo costos, minimizando el impacto ambiental y optimizando el rendimiento», agregó.
También en situaciones de emergencia, la observación satelital es clave. «Durante la evaluación de daños post-desastre, después de un huracán o de una inundación, los satélites mapean rápidamente las áreas afectadas. Esta información es crucial para decisiones operativas como redirigir equipos de rescate a las zonas más impactadas, planificar rutas de acceso para la ayuda humanitaria y estimar las necesidades de reconstrucción», acotó Aguiar.
Ventajas de la observación satelital para el equilibrio del planeta
Los satélites ofrecen ventajas estratégicas únicas para comprender el sistema terrestre y anticiparse a fenómenos de gran escala. Aguiar explicó que la cobertura global y consistente permite monitorear el planeta regularmente sin limitaciones geográficas. «Esta visión sin sesgos geográficos es indispensable para comprender fenómenos globales como el cambio climático, el ciclo del carbono o la circulación oceánica, que no respetan fronteras», expresó.
Respecto a la continuidad de los datos, destacó: «Los satélites recopilan datos de manera continua, incluso varias veces al día sobre un mismo punto. Esta continuidad temporal permite detectar cambios sutiles y tendencias a largo plazo que serían invisibles con mediciones esporádicas. Es vital para el seguimiento de la deforestación progresiva, la evolución de un iceberg o la intensificación de una sequía».
Sobre la perspectiva macro y micro, Aguiar comentó: «La observación satelital ofrece tanto una visión a gran escala —como el seguimiento de un huracán o el deshielo polar— como detalles finos, por ejemplo la salud de un campo agrícola o la expansión de una ciudad. Esta doble perspectiva es crucial para entender cómo los procesos locales se suman a los globales y viceversa».
Satélites venezolanos al servicio de los ecosistemas
Víctor Navarro, licenciado en Geografía y miembro de la Unidad de Mediciones Científicas de la ABAE, destacó la labor de los satélites venezolanos Miranda (VRSS-1) y Sucre (VRSS-2) en la vigilancia de los ecosistemas nacionales. «Esto facilita la emisión de las alertas pertinentes a los organismos encargados de las políticas públicas vinculadas a la protección ambiental, explotación minera, resguardo costero, forestal, entre otros recursos», explicó.
Los satélites venezolanos también permiten el monitoreo de variables críticas como la deforestación, la contaminación del agua y la biodiversidad. «Mediante el análisis de la respuesta espectral, se puede definir la contaminación de las aguas asociadas a actividades de extracción de minerales por medio de identificación de cambios en la coloración de la superficie de las aguas, presencia de crecimiento irregular de algas u otros elementos no naturales suspendidos», señaló.
Asimismo, Navarro resaltó la importancia de la resolución espacial de estos satélites, entre 1 y 3 metros, y su accesibilidad para apoyar iniciativas internacionales vinculadas con el manejo de cuencas hidrográficas y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). «Los satélites de observación de la Tierra en el presente son herramientas valiosas para la toma de decisiones en el marco de revisión de políticas públicas, la corrección de las dinámicas que conllevan a las violaciones ambientales», puntualizó.